lunes, 23 de enero de 2006

Mi nene

Antes de continuar con esta nueva entrada que iba a publicar voy a hacer una confesión: no es la entrada que estaba escribiendo; después de escribir un par de párrafos acerca de lo desagradable que resulta el mundo laboral, he decidido que necesito cambiar el chip y dar un descanso a mi problema de todos los días. Lo que no sé es qué puedo hablar. La segunda cosa, y no por orden sino por enumerar, que me ronda en la cabeza es mi nene, ese corazón cándido que tengo en la capital condal. Es gracioso, pero hace un par de años me juré, y me perjuré, que jamás volvería a tener una relación, ni nada que se le pareciese, a distancia. Pero tan humillado como aquella liebre de rápidas patas quedó ante la tortuga que subestimó en principio, me rindo ante un rival más fuerte que yo. Y es que no se puede pretender controlar cada uno de los 365 días que se incluyen en el año, y más ahora que me he enterado que en este año va a ser un segundo más largo. ¿Qué será será? Sólo el tiempo lo dirá. Por ahora sólo vivo contando los días que faltan para que volvamos a vernos cara a cara, lejos de las ondas el teléfono, frías, pero que sirven como sustituto para el calor que demanda.

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