sábado, 21 de enero de 2006

Confesiones desde mi celda

Es oficial: esto enfermo. ¡Qué guay! Desde hace unas semanas el mundo ha dejado de ser vertical a mí, y he descubierto una nueva dimensión en las que las cosas dejan de estar en su sitio, y cual película mala de magia, todo comienza a girar- y no estoy como una puta cabra (por lo menos no más). Todo se resume en dos palabrejas en idioma médico, y en un se parece a los vertigos para todos aquellos que sólo osamos a entrar en el olimpo de los médicos cuando deseríamos estar fuera. Pues ese algo que al principio parecía ser los restos de algún proceso viral (que mira que son hijoputas estos viruses), resulta tener un origen más biuen psicológico, relacionado con la ansiedad. Toma ya. Ha vida tranquila. jeje. Yo no soy como el del anuncio de esos yogures nuevos (que aquel publicista tenía razón: no hay nada menos atractivo para la publi que los lacteos) que dice que si el médico le garantiza que su equipo gana la liga se relaja. Quizás es que mis problemas vengan derivados de que no entro en esas religiones mayoritarias que gustan a la gente y que les hacen evadirse de su día a día (leánse catolicismo, futbol, etc.). LA verdad, ser ateao se paga caro. Pero así y todo: merece la pena

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