viernes, 1 de diciembre de 2006

Sin pasarse

En estos momentos mil y un temas circulan por mi mente a la hora de crear un nuevo post para este blog que con el tiempo se está convirtiendo en un adulto, y es que hay que ver como nos crecen los niños. Podría hablar de la vida de la Pantoja (por dior… NO!) o incluso podría dedicarme a hacer una serie de chistes fáciles ante los problemas de Esperanza Aguirre para llegar a fin de mes, pero mirar por donde voy a ir a un tema más serio, voy a ir de sociólogo catastrofista, pues creo que sin ser lo uno ni lo otro he de adoptar ese papel ante una noticia terrible que ha llegado a mis manos y que conviene que se vaya difundiendo antes de que aquellos a los que nos guste el cine veamos como es saqueada nuestra afición. Y ahora más de uno me podría contestar que a estas alturas un artículo acerca de la crisis del cine es innecesario pues según se ha dicho está en crisis desde los tiempos de los tiempos (especialmente cuando la gente habla del cine español, y viendo según qué películas yo también, aunque ese es otro tema). Pues yo me refiero a la posible moda de crear películas con la ayuda de internautas.

Por lo que he leído en una revista que ahora mismo no me acuerdo ni quisiera darle publicidad, la mente que está detrás de Snakes in the air, esa gran obra maestra (soy incapaz de aguantar la risa) que abre las puertas de Hollywood a la poco caritmástica Elsa Pataki, tuvo la genial idea de poner el guión en algún lugar de la ancha web con la intención de que la gente hiciese comentarios, y se hicieron, y gracias a ello la violencia del film aumentó, veremos la pililla a Samuel y de tres serpientes pasamos a cincuenta bichejos. Y eso antes del primer visionado ante aquellos afortunados que aún añadieron más cosas.

No niego la posibilidad de que el cine sea cosa de todos, y quien se sienta talentoso que lo intente, pero al igual que cualquier arte no podemos desvirtuar la esencia del cine. Aunque siento que mes palabras son más que posibles destinatarias a caer en saco roto en un mundo frívolo, en un mundo que los telediarios dedican más tiempo al fútbol que a decisiones políticas y que incluso dedican secciones a las vidas de modelos, no es una locura pensar que el futuro del cine acabe en manos de cuatro youtuberos que se arman con una cámara y un par de insustancialidades que creen que el mundo necesita. Y no es que critique esa página, pues a mí mismo me gusta observar de vez en cuando ciertas cosas graciosas, pero hay que separar la paja del grano y no aceptar por bueno todo lo que aparece en según que sitios.

Yo coincido con Paul Auster cuando hablaba de su necesidad de escribir, y es que un artista siente dentro que esa es su vida, y cuando no puede hacer de ello su profesión se aferra al mundillo como puede soñando melancólicamente con ser el pintor, cantante, escritor o director de cine, y no un simple niño con cámara buena y ADSL. Cualquiera puede divertirse pero como en el mundo de los coches existen conductores profesionales, aficionados y domingueros.

(Por cierto, que alguien me aclare donde está la gracia en el texto que la Rajoy leyó en la presentación del libro de la mari espe, que debo estar abotargado pero no lo pillo)