miércoles, 28 de abril de 2010

Archivo: this is the world we live in (2006)


Bailas. La música recorre todo tu cuerpo. Da igual donde estés porque a tu lado sólo ves personas que bailan como tú, poseídos por el espíritu del dance-pop. En frente tuyo está él, el chico de tus sueños, o por lo menos con el que te apetece soñar esa noche. Atacas. El plan te sale bien, él también quiere soñar contigo. Bailáis. Ahora ya no eres tú, durante un instante sois dos personas que mientras bailan van conociendo su cuerpo. Estás feliz: has ligado.

Llega el momento de irse a casa, de disfrutar de la compañía a solas. Y de repente te das cuentas de que no estás en casa, que aquí las cosas son diferentes. Y te empiezas a percatar en el momento en que ves cómo el efecto del alcohol hace que te cueste bajar las escaleras..... las escaleras de los cuatro pisos a los que se encuentra el pub en el que te encontrabas. Y te das cuenta que las cosas no son igual que en casa.

Por fin en la calle, libre de peligros de caídas a gran altura. Como el aire de la calle aún no ha hecho efecto y te encuentras un poco achispado, agarras la mano de tu chico para sostenerte, y porque te apetece, como has hecho siempre que has ligado desde el mismo día que saliste del armario y te juraste usar sólo cómodas. Pero él aparta tu mano violentamente, asustado. Te quedas a cuadros, piensas que a ver de qué va este tío. Pero te das cuenta que no tiene que ver contigo. Y lo notas porque está mirando nervioso alrededor con la intención de ver quien se ha dado cuenta o no. Le miras y sientes algo de lástima, ese sentimiento que te juraste nunca tener.

Y te das cuenta que no estás en casa, te das cuenta que estabas pasando unos días en otro país, en cualquier país un poco exótico, de la poco gama que te quedaba ya que muchos de los que querías incluían la homosexualidad como delito. Este no, pero mira tú. Te acuerdas de lo que te dijo un chico que conociste nada más llegar, de lo que les costaba sacar adelante una manifestación del orgullo, de lo difícil que era que sus asociaciones consiguieran subvenciones, de lo que les costó incluir homofobia en el código penal.

Y vuelves a casa. Y te acuerdas de ese chico.

Ya en tu asociación, ves gente relajada, ves gente que planea fiestas, que planea pasárselo bien. Pero tú ves problemas. Pero también ves que eres una herramienta que puede ayudar a acabarlo. Aquí hay cosas que hacer, y fuera muchas más. Así que trabajas, así que aportas ideas, así que descubres que el trabajo de todos puede hacer un mundo mejor.

martes, 27 de abril de 2010

Memoria fresca


Quien me haya seguido un poco pensará que me he vuelto nostálgico, o incluso que ando con la depre. Y nada de eso, por lo menos de lo segundo. En estos momentos me encuentro en un momento de mi vida demasiado devorado por el presente, y a ratos por el futuro, cuando me atrevo a asomarme por la cortina, pese a que me da un pánico brutal, y por eso me estoy agarrando un poco al pasado, para que la corriente no me lleve y tenga un buen ancla a la cual asirme.

Pero no en plan mal ¿eh?

Simplemente me gusta recordar cómo empezó esto, y con esto me refiero a cómo empecé a tejer este presente erradicando unas teles viejas del pasado por unas nuevas, cómo empecé a pensar, cómo empecé a dar la lata, a quiénes dejé atrás, quiénes me dejaron atrás. En fin, todo eso.

Para ello voy a desempolvar unos artículos de opinión, los primeros que escribí cuando era secretario e Bost Axola, una pequeña traviesa que ya no está entre nosotros. Son unos pensamientos contextualizados por lo que vivíamos entonces, tampoco hace tanto, y que, en muchos casos, siguen siendo vigentes. Volviendo a leerlos me he dado cómo era yo y cómo no soy, qué es lo que ha cambiado y cómo, así como comprender de dónde vengo. Estos primeros escritos son, quizás, poco refinados, más llenos de impulsos juveniles que cualquier cosa que pueda escribir cinco años después, que menudos cinco años.

Para distinguirlos, todos los artículos llevarán la palabra memoria y la fecha de creación de los mismos.

lunes, 19 de abril de 2010

El principio de la victoria


Hace unos días que están circulando unas declaraciones, a veces corregidas por algunos, otras veces exaltadas por otros, pero que vienen a ser unas más en ese continuum de insultos que vierte la Iglesia sin más al colectivo LGTB, en este caso para limpiarse sus casullas del bochorno de la pederastia en sus filas y sotanas. Y sabéis, no me voy a cabrear, no voy a rebatir diciendo que la mayoría de las abusos a menores se dan en familias tradiciones y tienen orientación heterosexual, no, voy de esa vela hoy, porque, sinceramente, estamos muy lejos de ese punto, vamos, que lo hemos dejado años luces atrás. No hay vuelta de hoja. Para mí sólo lo siguiente puede considerarse una salid digna, democrática y efectiva ante esto:

- El Estado debe romper cualquier lazo con organizaciones, el tipo que sea, que promueven el odio hacia parte de su ciudadanía y se basan en creencias para intentar guiar la política de todos, creamos o no, máxime si esos acuerdos son preconstitucionales y redactados bajo un régimen dictatorial que usurpó el verdadero poder del pueblo.

- Que se denuncie a cualquiera de esas personas, o a la organización en sí, por incitación al odio. Además, sería más que conveniente que se formulara una legislación que cubriera los delitos de homofobia, lesbofobia y transfobia en su totalidad, desde la realidad específica del colectivo.

- Avanzar hacia un estado laico, y no multiconfesional, en el que la religión no sea más que un aspecto privado equiparable, a nivel político y judicial, al ser miembro de un equipo deportivo o de una asociación cultural.

- Alejar para siempre los símbolos de estado de los confesionales, y abolir figuras como funerales de Estado religiosos. Si eso no fuera posible, por lo menos se agradecería que se pudiera firmar un testamento vital para que la gente pudiera rechazarlo.

- Permitir transparencia en la apostasía para todas aquellas personas que fueron bautizadas sin su conocimiento, y con unos padres presionados socialmente en la mayoría de los casos, de forma total y atendiendo a la ley de protección de datos. Borrando todo el registro.

Esto sería un comienzo de los movimientos necesarios para que podamos avanzar en un estado real, en donde el poder emana del pueblo y de su razón, no de la imposición de creencias personales.

miércoles, 14 de abril de 2010

Una vez más, hemos pecado.

Os dejo con este vídeo, lo intentaría subir, pero como ahora me es imposible hacerlo desde youtube, os lo linko aquí. Espero que disfruteis nuestra última muestra de un gusto digno de ser protagonizado por DIVINE

martes, 6 de abril de 2010

la luna rielaba




La luna riela, así que comienza a ser hora de retirarse. Así de lacónico se marchaba todos los días el viejo marino y me daba cuenta yo que otro día de vacaciones estaba dando a su fin. Desde ese momento hasta que oía por detrás la voz de mi madre, entre cansada, angustiada y cabreada por perderme de vista como todos los días no pasaba mucho tiempo. Pero sí el suficiente para abstraerme en esa bola de queso gigantesca que empezaba a adueñarse del cielo dejando que el casando sol se marchara a su reposo nocturno. Grande, inmensa, pero inútil. No tenía ni idea de que significaba rielar, ni como más tarde supe cuando se lo pregunté, el marino tampoco- lo había oído en una poesía y le gustó- pero me parecía demasiada cosa para la luna. Por muy grande que fuera sólo se me ocurría una cosa que podía hacer: estar. O a lo sumo ser. La luna está en el cielo, la luna es grande, la luna está brillante, la luna es preciosa. Pero ¿más que eso?

Desde mi mente de niño en vacaciones, olvidando quebrados y quebraderos cotidianos, la luna no era más que un cascote perdido en la inmensidad del cielo, un trozo de piedra que no sabía a dónde ir, o quizás ni podía, y se había quedado pegado a la tierra dando vueltas viendo como nosotros no parábamos de hacer cosas.

- No creas- me dijo una ocasión el marino- la luna hace muchas cosas. Es la única que permanece despierta mientras los demás estamos dormidos, quien vigila que la noche pase bien y que por la mañana encontremos todo como lo hemos dejado.

A mí no me lo parecía la verdad. Torpona y grande, no la veía capaz de evitar ningún desastre, para eso estaban las estrellas, ágiles y tintineantes que nos recordaban su presencia en todo momento. Pero nada minaba la determinación del marino por su amante nocturna, la que lo anunciaba que sus manos debía dejar de lijar esas barquillas endebles, que tuvieron un pasado mejor, y volver a casa a observarla desde su venta.

- Cuando acabe el verano nos uniremos. Desde que dejé la mar se lo prometí, pero siempre me ha dado pereza porque tenía muchas cosas en tierras para irme tan lejos. Pero no me quedan amigos, todos han ido muriendo, ni familia que me espere, así que el último día de verano cogeré mi barquita e iré a su encuentro; ya estoy viejo y remo lento, pero ella me irá esperando, bajando poco a poco hasta que nos juntemos allá al fondo.

No se me olvidará aquel día. Mientras mi madre me tiraba del cuello de la camisa para hacerme avanzar a casa y meterme en el estrés de hacer maletas, eché la última mirada al mar para ver aquella barquita avanzar con la única energía de un anciano cansado pero ilusionado y como en lo alto, aunque bajando poco a poco, su amante voluminosa y torpona le observaba anhelando el reencuentro.