sábado, 12 de julio de 2008

trans-legislado

Para muchos la legislatura pasada fue un auténtico bombazo en lo social, pese a que tampoco fuera para tanto. Pero, es lo que pasa cuando uno se tira cuatro años tan negros con un gobierno tan gris, que cualquier otro tono parece ser el mejor. No me las daré de listo diciendo que nunca me creí a ese gobierno, porque primero, paso de caer en la soberbia, y segundo, pese a no ser candidato de ninguna manera a un voto mío, cuando lo doy, hubo momentos que incluso sus destellos me parecieron valiente. Tampoco voy a negar los avances, que haberlos hubo, pero me resisto a esa tendencia de auto-complacencia que les está permitiendo relajarse y no entrar en temas profundos como la relación iglesia-estado, el derecho a una muerte digna, el trato ético a los animales, etc. Lo de la crisis, evidentemente allí está, y también deben hacerse frente (aunque eso se pudiera aplicar a cualquier gobierno que estuviera en el poder-espero que estos no lo hagan con recortes sociales, que es lo que nos faltaba). Pero este post no es para hablar de futuro, sino de pasado, y recordar como uno de los grupos de la familia de siglas LGTB se ha tenido que comer una ley injusta, y además tras un amargo esfuerzo por conseguirla.

Evidentemente mejor esta ley que nada, pues así por lo menos se evitará la marginación de muchas personas que no podía acceder a un puesto de trabajo por el sexo que venía en su DNI, pero es que esta ley es continuista de la transfobia que vive la sociedad, porque obliga a que la persona deba estar en tratamiento hormonal durante dos años y además pasar por un psiquiatra que le diagnostique disforia de género, si quiere poder hacer ese cambio. Incluso en algunos sitios se les obliga a declararse heterosexuales en relación al sexo que van. Sexo=género. Eso es lo que dan a entender. Y más vacios legales, por supuesto. Aunque no todo el colectivo ha pasado por el aro y hay quienes denuncian esta ley. Espero que nuestr@s compañer@s trans consigan ser reconocidos como personas y no como enfermos. Recordemos que hasta hace poco allí estábamos todos

Un texto de Javier Sáez-Interesante reflexión

El amor es heterosexual

All you queer is love (Sejo Carrascosa)

Hace poco participé en un encuentro feminista porno punk en Donosti, organizado por Beatriz Preciado. Muchas conferencias, performances, videos, fotos, amistades, fiestas… Quizá lo más interesante del encuentro fueron las coaliciones, redes, y amistades que se fueron tejiendo esos días, entre un montón de bollos, maricas y trans que disponíamos de un espacio de encuentro y de fiesta. Creo que la aportación política más importante que está haciendo Beatriz en estos años no está en sus estupendos libros (recomiendo Testo yonqui a todo el mundo), sino en haber creado dispositivos de encuentro y de creación que dan poder y crean alianzas entre personas que viven en los márgenes del régimen heterosexual.

Pero hubo una constante a lo largo del festival que me inquietó y que llamó mi atención. La exaltación de la pareja y del amor. Elizabeth Stephens y Annie Sprinkle empezaron contándonos sus estupendos trabajos en el terreno del post porno, pero la intervención fue derivando hacia una narrativa sobre su enamoramiento y sobre sus diversas bodas en diferentes colores “celebrando el amor”; la pareja gay Massimo y Pierce, Black Sun Productions, nos contaron cómo “se enamoraron” rodando su primer porno. Maria Llopis nos contó que “ahora tiene novio y quizá se case y tenga un hijo”. Annie Sprinkle dedicó su intervención a “esa pareja maravillosa: Beatriz y Virginie”. Parte del público se deshacía ante tanto romanticismo, ternura, felicidad y Love Power. Otra parte del público se preguntaba qué hacíamos exaltando la pareja y el matrimonio en un encuentro presuntamente feminista, punk y queer.

Todo esto me dio qué pensar. Me pregunto si la retórica del amor no es sino otro discurso y otra práctica más que hemos adoptado desde el régimen heterosexual. En todo caso, es un discurso totalmente inofensivo y domesticado, algo que no molesta en absoluto al sistema patriarcal y homófobo. Por el contrario, los bollos, las maricas e incluso los trans son mucho mejor digeridos y aceptados cuando tienen pareja (“qué chicos más sanos, ya no son promiscuos”) y sobre todo cuando proclaman “su amor” (“fíjate qué majos, se quieren; son como nosotros”). Como decía Foucault, lo que molesta al poder no son las relaciones homosexuales, sino la amistad (http://www.hartza.com/fuckault.htm ). Es decir, la posibilidad de crear redes de amigos, apoyos, afectos, solidaridades, difíciles de localizar, que escapan al control social y que van más allá del modelo binario individualista o liberal: “pareja- amor- matrimonio”.

Mi impresión es que el amor sigue siendo el último bastión que nadie se atreve a franquear, a cuestionar. Se plantea como algo universal, ahistórico, intrínsecamente bueno, humano, positivo. Pero quizá no hay un amor en singular, no hay un amor sin historia, no hay amor sin relaciones de poder, de clase y de raza, quizá se puede vivir sin amor. Quizá “el amor” es más complejo de lo que suponemos.

Para mí el amor se basa en la insolidaridad. Me vinculo a una persona, de forma individual, y abandono el resto. La pareja. Dos individuos. Fin del vínculo social. La locura temporal que supone el sentimiento amoroso nos aísla del resto, o en todo caso convierte a la pareja en la prioridad: primero salvo a mi marido, luego ya veremos. Tampoco se recuerda lo cerca que está el amor del odio: cada semana muere en el Estado español una mujer a manos de su marido: “la maté porque la amaba”. La propia Elizabeth Stephens nos mostraba en el festival una foto de un pezón sujetado por una llave inglesa, y comentaba: “Es una foto del pezón de mi ex. Ahora pienso que debería haber apretado más fuerte”. Parece que la cosa acabó mal entre ellas.

El amor no tiene un original, ni es universal, es más, a mí me parece que es una noción absolutamente heterosexual, y quizá vacía. Es un código que repetimos y asumimos inconscientemente porque es el que recibimos desde las instituciones, en el cine, la televisión, la literatura, el discurso familiar, la escuela, la religión. Nada escapa al amor como valor universal. Haz el amor, no la guerra. Viva el amor. Te amo. All you need is love. Todo lo que necesita el poder para callarte la boca es el amor. Qué bonito es el amor. Millones de canciones repiten la palabra amor. Miles de películas (heteros o gays, da igual) sobre el amor. Miles de parejas se casan cada día “por amor”. Dios es amor. Psicólogos, pedagogas, historiadores, sociólogas, profesoras, militantes, políticos, curas, sexólogas, periodistas, cineastas, escritoras, antropólogas, psicoanalistas, humanistas, parados, comunistas, fascistas: todos adoran el amor.

Del mismo modo que la identidad masculina o femenina se adquiere por un proceso performativo de repeticiones de códigos que nos preceden y nos determinan (Butler), aprendemos a sentir y a desarrollar afectos bajo el referente de “el amor”. Como si fueran las únicas gafas de que disponemos para ver el mundo, para sentir, para establecer vínculos, para vivir en sociedad. Todos monolingües, hablando el lenguaje universal del amor. Pero hay más lenguas, la política se escribe desde lo intraducible, desde lo incomunicable, desde códigos secretos que tenemos que inventarnos. Babel contra el amor. El amor nos vuelve codificables, comprensibles, integrables, normales. La subversión pasa por otro sitio: que no sepan qué idioma hablamos.

Si queremos desafiar y subvertir el orden social y sexual en que vivimos, hay que acabar con el amor. Desprenderse de esa costra babosa, almibarada y ñoña donde perecemos como moscas en la miel.

Como decía Audre Lorde: “No podemos destruir la casa del amo con las herramientas del amo”.

El amor es la herramienta del amo. Estaba escrito, pero no lo veíamos: AMOr.

Javier Sáez

www.hartza.com

sábado, 5 de julio de 2008

Reflexión

En ocasiones, cuando uno se pone a hablar con aquellos que planean salvar el mundo, que se embarcan en la misma arriesgada misión que uno, siente que va a encontrar gente solidaria, con ganas de compartir, con hambre de justicia, etc. Y bueno, eso es cierto es parte, o por lo menos lo es hasta que sacas a esas personas de la parte del mundo que quieren salvar y les hablas de aquellas que también necesitan ser salvadas. Entonces las respuestas sueles ser secas, coercitivas, sectarias, intolerantes. Vamos, todo un poema.

Quizás esto que diga no es nuevo, y se ha dejado caer por gente que merece ser oída por las verdades que sueltas, como Javier Sáez o Paco Vidarte (cuyo valor sigue trascendiendo más allá de su muerte), pero no por eso deja de ser necesario decirlo, seguir argumentándolo o intentar que la gente lo comprenda, porque ¿Quién lucha por salvar el planeta de desastres naturales no comprender que la tasa de mortalidad de los países en guerra es una catástrofe natural? ¿Quién lucha por equiparar sus derechos civiles ha de pasar por alto que a otros ciudadanos se les quita al clasificarles como ilegales? ¿Una mujer que lucha por acceder a un puesto de trabajo en la misma calidad que un hombre puede despreciar las peticiones salariales que le hace su asistenta, mujer y ecuatoriana? ¿Acaso el sufrir una discriminación nos da derecho a afligir otras?

Con estas palabras no quiere erigirme como Pepito Grillo ni salvador de nadie; sólo quiere que se abra un debate en todas esas macro-organizaciones que luchan por distintos aspectos para que reflexionen sobre si están realmente luchando por algo, o incluyéndose cómodamente en una estructura de por si injusta. Así que MENOS SUVENCIÓN Y MÁS ACCIÓN.