sábado, 27 de noviembre de 2010

Porque no hay que prohibirse sufrir por amor


Extracto de la obra teatral: Perro muerto en tintorería
Autora: Angélica Liddell

El día en que los hombres y las mujeres se prohíban a sí mismos sufrir por amor,
ese día no querré pertenecer a lo humano,
porque ese día se fusilará más,
se firmarán más penas de muerte,
morirá más gente de hambre y de sed,
ese día ya no podrá hacerse la revolución,
porque hay que decir «te querré siempre»
para hacer la revolución.
Pero el día en que los hombres y las mujeres se prohíban a sí mismos sufrir por
amor,
ese día sólo se matará.
Porque los tibios,
cargados de bostezos y de egoísmo,
sólo desean salvarse a sí mismos
y parirán crueldad y viento.
Te pegarán un tiro por ver películas de Pasolini,
de Godard,
de Fassbinder,
de Bresson,
de Antonioni,
de Bergman,
de Guédiguian,
de Cassavetes,
de Kieslowsky,
de Won Karwai.
Te pegarán un tiro
y bostezarán mientras les hablas de un sueño.
Bostezarán.
Ojalá fueras frío o caliente,
mas porque eres tibio,
y no eres caliente ni frío,
estoy aquí para vomitarte de mi boca,
dice el Apocalipsis.
Me quedo con los que hicieron política hablando del amor.
El que tenga oídos, oiga.

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