lunes, 22 de noviembre de 2010

Tecnopolis


Hace unos días, por casualidades de la vida y de la falta de memoria que implica el estrés ese tan mencionado por allí, acabé en el ordenador de una biblioteca pública porque me era imprescindible revisar mi correo-lo cual ya tiene miga. Pues allí estaba yo, tras coger hora y Zas, en toda la boca! Explorer. Ni asomo de Firefox, pero la segunda sorpresa fue aún peor: no se podía abrir pestañas. Ello me provocó dos cuestiones:

1) ¿A qué co**nes están esperando las instituciones públicas a ofrecer servicios actualizados a las necesidades de las personas? Viven en mundos obsoletos, que no tienen nada que ver con nuestro día a día.

2) ¿Cuándo mutamos para que esas cosas sean tan necesarias? Creo que me he perdido en ese proceso, ya que si alguien hace cinco años me comenta esto me río a su cara.

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