miércoles, 14 de enero de 2009

la compresa insolidaria


Que la publicidad es un medio poco ingenuo no es una idea nueva. Sólo se suelen salvar las campañas, y en ocasiones, sociales. De hecho tuve una pequeña bajada de defensas ante una que vi estas navidades (y que debió ser producto de algún alucinógeno en el aire porque ha desaparecido de golpe) en la que se alertaba sobre los peligros del alcohol para los niños sin mencionar lugares comunes, sino que se veía a unos niños grabando a unos adultos más que desfasados en una B.O.D.A. Sí señores, una campaña estatal alertaba de los peligros, no del alcohol, no, sino de cómo en ciertas fechas se baja la guardia de cualquier código ético en pos del todo vale, y gente que el normalmente aparece en los telediarios insultando a quienes les gusta divertirse de noche (esta gentuza!!!) insultan ahora a quienes no quieren bailar, beber y hacer el gili, no comprendiendo, como siempre, que hay gente que se divierte cuando quiere, no cuando está estipulado.

Bueno, esto no tiene que ver del todo con el post pero quería añadirlo y quedarme a gusto

Lo que quería mencionar es un anuncio de compresas que dice que por cada caja que se compre se donará lo suficiente para que se investigue un minuto más en el tema del cáncer de mama. Es imposible no ver lo perverso de este anuncio, y la bajeza moral del mismo. Me parece estupendo que Ausonia done todo el dinero que quiera a esta, o cualquier otra causa que se lo merezca, por supuesto, y si quiere anunciarlo, pues O.K., las consumidoras saben por qué eligen una u otra marca. El problema es cómo se ha hecho la campaña, porque, no olvidemos, en este mundo todo tiene dos caras (por lo menos) y no es sólo que las consumidoras de esta marca con su compra apoyen esta investigación, sino que aquellas que no lo compran no lo hacen. Me explico, si como he dicho al principio, la marca donara el dinero sin más y lo publicitara no habría problema mayor, pero el caso es que está poniendo en manos de las usuarias esa donación. Es una bajeza moral y vil. Si compras mi producto se salvarán muchas mujeres, pero si no lo haces cada mujer que muera o haya que extirparle un pecho será culpa tuya…. ¡Vamos ya! Eso es negociar con la solidaridad y echar la culpa a quienes no la tienen. Además mujeres, insolidarias entre ellas. Mi biología me condiciona a no usar ese producto, pero si lo tuviera que hacer, les mandaba a donde el guano se convierte directamente en mierda.

O por lo menos así lo veo yo…



2 comentarios:

Yosu dijo...

Dice una de esas máximas al uso en esto de la publicidad que los "creativos" no hacen más que destacar elementos de la realidad para, con humor, compromiso o sensiblería lograr conectar con el objetivo de las campañas.
Sin embargo, en casos que pretenden mezclar sensiblería (noble; pero denostada con ese tono ñoño tan habitual)con compromiso social el terreno es pantanoso. Muy pantanoso.
Lo malo de estas lineas de campaña es que recae en el cliente potencial la gratificación incluso moral de la compra bien hecha (si accedes) o la culpa en forma de resquemor extraño si no sucumbes al mensaje.
Como bien dices: si compro soy comprometida. Si no compro soy culpable de que la investigación del cáncer no avance lo suficiente.
Pues vale.

En otro tono y ya que la cosa se nos ha ido a lo científico, conviene fijarse en que la publicidad llega a plantear como objeto de consumo un producto problemático como pocos: los medicamentos.
Mientras las Autoridades Sanitarias (algún día me enteraré de qué es eso) alertan de los productos farmacéuticos "sin receta médica", asistimos en cualquier corte de publicidad a un rosario de anuncios en los que te prometen salvarte de todo tipo de dolencias que puedas sufrir en público o en silencio. Así, desde catarros a hemorroides, todo tiene solución.
Eso sí, al final aparece un mensaje de que esto no es cualquier cosa y tiene que recomendártelo un técnico (farmacéutico lo llaman); pero como quiera que pasa a toda pastilla no hay quien se entere del alcance de lo que se nos dice.
Además, existe otra versión más perversa. Y encima con pretendido humor.
El anuncio del jarabe Iniston es de juzgado de guardia, literalmente hablando.
Por un lado se nos advierte del peligro de la automedicación. Por otro se habla de que los abuelos son el colectivo más expuesto a este tipo de prácticas.
Y van y emiten un anuncio en el que una pareja de abuelos juegan a diagnosticar a barrio y familia en función de las toses. Y como canto a la experiencia que se presupone a los años la propia familia les pide que les administren el medicamento.
Porque son eso: medicamentos.
Aunque sea posible su adquisición sin receta siguen siendo compuestos que interfieren en las funciones normales.
Pero es que nadie advierte de interacciones con otros medicamentos ni con otros productos de parafarmacia (que también dan para un monográfico).
Pero no pasa nada.
Luego te tocará ver por enésima vez uno de esos yogures "buenos que te cagas" (literal) y a otra cosa... como por ejemplo recordr qué programa estabas viendo antes de que lo interrunpiera la puñetera publicidad, hace ya ... ¿más de cuarto de hora?

GorkaG dijo...

En serio que me cuesta estar en desacuerdo con tus ideas. será lo que tiene haber nacido en la ciudad republicana por antonomasia.
Además has dado en el clavo en un tema que estaba pensando para un post, el de los yogures. Me acuerdo que en verano sacaban la campaña de que los cambios de hábitos estreñían, en otoño, desregulamiento por comer potajes (claro, todos sabemos lo malas que son las alubias para ir al baño) y ahora, las comilonas de navidad. Viendo esos anuncios piensas que estás todo el año en peligro y que no puedes desprenderte de sus productos bio-no-se-cuantos. Por cierto, es un deja vu de anuncios de champú que nos dicen que el pelo siempre está en peligro (por el sol, la lluvia, el frío). En qué mundo vivimos, da miedo y ganas de decir, que paren que me bajo