A la atención de señor Diaz Ferran:
Aunque lo correcto es encabezar una carta con un estimado, creo que, a raíz de sus intervenciones en los últimos meses sería empezar con hipocresía una carta que deseo que sea lo más sincera posible. Y es que su torpedeo constante al diálogo social y su desprecio de la clase trabajadora, ya asfixiada por un nivel salarial ínfimo en un mercado cuyos precios se equiparan a otros países, como Alemania, en los que dichos salarios triplican el que tenemos, me parece un falta de respeto absoluta, de tal calibre que lo deslegitima como portavoz de ningún empresario, así como de cualquier cargo público que requiera un responsabilidad con la sociedad que usted no ha demostrado.
Y se lo sigo como empresario.
Al igual que el foro de la familia se erige como representante de la familia, teniendo un apoyo realmente pequeño en este colectivo, la CEOE no representan ni por asomo a las empresas, por lo menos la mía no, y deseo que no se mezcle mi marca con una reivindicaciones sociales que emanan, en muchos casos, de cualquier cuento de Dickens. Y es que muchas personas, como es mi caso, cuando empezamos un proyecto empresarial, la parte económica es la menos importante. No voy a caer ahora en decir que no importa el dinero, porque lo ideas es poder vivir cómodamente de su trabajo, pero si algo motiva a quien monta su negocio es ser de una pasta especial, alguien que necesita organizar su forma de trabajar, de llevar sus ideas de cómo sacar adelante tal o cual empresa, un gozo mayor que aquel que le provoca a usted rebajar la calidad de vida de los trabajadores.
En estos momentos no cuento con empleados, al tener un negocio que empieza, un pequeño barco modesto de vela que se tambalea entre sus lujosos transatlánticos, grandes pero torpes, pero el día que sea necesario contratar a alguien, será con unas condiciones mínimas de dignidad, puesto que esa persona no será mi competencia, sino alguien que me está ayudando a sacar mi proyecto adelante, y se merece ese reconocimiento. Luego les extrañan las personas que abusan de las bajas, o quienes van a trabajar sin ganas, o aquellos que atienden a los clientes con mala cara,… No les culpen a ellos sino a ustedes, que viven lejos de la realidad de esas personas que tienen que pasar muchas horas de su vida en puestos, en muchas ocasiones ingratos, para que su barco navegue, y nunca han recibido un gracias es forma de complemento salarial, de flexibilidad horaria (la buena, no la de tenerles allí cuando les plazca) o de no tener que pelearse por coger las vacaciones.
La deriva de la economía a la crisis es solamente culpa suya, lo cual se reafirma con cada afirmación que vierte insultando a la clase obrera, a la que sigo perteneciendo, con orgullo. Así que deje de hablar en nombre de nadie, porque no nos representa. NO. Usted es un estorbo para que este país avance, con lo que ningún presidente medianamente inteligente y preocupado por su pueblo, debería escuchar sus palabras.
Atentamente:
Un empresario que sigue trabajando y al que usted no representa ni representará
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