Hay veces que ir al cine nos da sorpresas, y escoger esa pequeña película que ni siquiera has visto anunciar a grandes rasgos, ni siquiera la garantía de dos actores de reconocido prestigio como Jude Law o Juliette Bicoche, o por que no seguir, a pesar de contar con un director como el señor Minguella que ha facturado películas como el Talento de Mr. Ripley te hace pensar que las dos horas siguientes has conseguido acertar de lleno.
Y es que esta película, muy lejana a la temática de género que suelo tratar, pero muy conectada con la insatisfacción de unas vidas que seguimos viviendo por inercia hasya que la más mínima excusa nos ayuda a evadirnos de ella argumentándolo en vagas premisas, y también conectada con el despropósito de la marginación que producen las guerras, de la brecha abierta en la sociedad entre ricos y pobres ignorando la mal denominada clase media (aunque con un poco de tópico de los ricos también lloran que vamos a perdonar), nos vemos transportados a dos familias que chocan entre sí tras un incidente.
Y es que no es sólo atractiva de ver por ver diferentes imágenes de Londres, una ciudad con encanto propio, sino que los dialogos están bien construidos sobre una historia pequeña consecuencia de esas historias grandes que nos venden otras películas con presupuesto para efectos especiales pero no para guiones. A mí me sorprendió, espero que a vosotros también.
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